domingo, febrero 25, 2007

Historia de la escritura

La escritura es un sistema de representación gráfica de una lengua, por medio de signos grabados o dibujados sobre un soporte. Es un método de intercomunicación humana que se realiza por medio de signos visuales que constituyen un sistema. Un sistema de escritura puede ser completo o incompleto; es completo el que puede expresar sin ambigüedad todo lo que puede manifestar y decir una lengua determinada. Las primeras técnicas de escritura se dieron ya en el 4000 aC.
La invención de la escritura corresponde a un pasaje de la prehistoria en una transición de millones de años.

Se le atribuye a la escritura la historia siguiente. Las transacciones entre tierras alejadas y diferidas en el tiempo necesitaban plasmarse en contratos. Estos contratos consistían en unas bolas huecas de arcilla que contenían los datos, pequeñas formas de arcilla que simbolizaban los nombres de tres maneras diferentes: esferas, conos, y cilindro a los que se añadían unas formas convencionales que designaban aquello que se contrataba. En caso de reclamación se rompía la bola seca, sobre la cual se había firmado con su sello para su control, y en la que se comparaba la cantidad y la entrega. Estas transacciones fueron haciéndose cada vez más complejas, se podía guardar el sistema de cálculo pero tenían que acordarse de lo contratado que quedaba impreso en los sellos en los que figuraba, por medio de signos grabados en el exterior de la bola de arcilla, el contenido interior de la misma, tanto en cantidad (el número) como en calidad (las cosas contratadas). Para hacer estos signos se utilizaba una caña muy fina llamada cálamo una de sus extremidades se cortaba en forma de punta o al bies, cortando la opuesta en forma de escuadra: este era el medio para dibujar una cuña, un redondel y un cono, que representaban los datos y servía también para dibujar las formas convencionales. Finalmente se encontró la solución más simple: aplastar esta bola de arcilla y dibujar (escribir) en ambas caras el contenido del contrato: qué, cuánto, y cuando utilizando, siempre, esta pequeña caña. Es este el origen de la escritura cuneiforme (cuyo dibujo tiene forma de cuña o triangular) abandonando las formas cilíndricas y redondas.

miércoles, febrero 14, 2007

Feliz San Valentin

Desde el instante que quieras a una mujer dejarás de saber cual es el color de sus ojos. (Maffré de Beaugé)
El amor no es más que la novela del corazón; el placer es su historia. (Beaumarchais)
No olvides nunca que el primer beso no se da con la boca, sinó con los ojos. (Bernhardt)
En el amor todo ha terminado desde el día en que uno de los dos amantes piensa que existe la posibilidad de una ruptura. (Paul Bourget)
El amor más fuerte y más puro no es el que sube desde la impresión, sinó el que desciende desde la admiración. (Santa Catalina de Siena)
¿Sabéis por qué no son elocuentes algunos enamorados? Porqué su corazón habla muy alto y les impide oír lo que dicen. (François René Chateaubriand)
El amor es el único deporte que no se suspende por falta de luz. (Noel Clarasó)
El mejor fuego no es el que arde más rápidamente. (George Eliot)
El amor es una planta de primavera que todo lo perfuma con su esperanza, incluso las ruinas por donde trepa. (Gerard Flobert)
El amor es siempre como una escalera de oro por la que el corazón se remonta a los cielos. (Emmanuel Geibel)
El beso más difícil no es el primero, sinó el último. (Paul Géraldy)
!Qué placer da estar enamorado! Duele tan delicadamente el corazón, que incluso dejamos de hacer la siestecita por gozar de una inquietud. (G. Golman)
El ruido de un beso no es tan retumbante como el de un cañón, pero su eco dura mucho más. (Oliver W. Holmes)
Cuando se aproximan dos bocas consagras por el amor es imposible que por encima de este beso inefable no se produzca un estremecimiento en el inmenso misterio de las estrellas. (Víctor Hugo)
El amor es semejante a un árbol: se inclina por su propio peso, arraiga profundamente en todo nuestro ser y a veces sigue verdeciendo en la ruinas de un corazón. (Víctor Hugo)
Los mejores momentos de un amor son aquellos en que te asalta una serena y dulce melancolía; cuando lloras y no sabes porqué; cuando reposadamente te resignas ante una desventura sin saber cuál es. (Giacomo Leopardi)
En el amor no existe una felicidad duradera y completa hasta el momento que se mantiene la atmósfera traslúcida de una perfecta sinceridad. (Maurice Maeterlinck)
Si no te aman com tu quieres que te amen, ¿qué importa que te amen? (Amado Nervo)
El hombre condenado a vivir con una mujer a quien no ama, siente las caricias de esta como un irritante roce de cadenas. (José Ortega y Gasset)
Los enamorados no ven en todo el mundo más que a sí mismos; pero se olvidan de que el mundo los ve. (A. von Platen)
Las pulseras de metal suenan si son dos. (Proverbio africano)
Te amo para amarte y no para ser amado, puesto que nada me place tanto como verte feliz. (George Sand)
La hoja, cuando ama, se transforma en flor; la flor, cuando ama, se convierte en fruto. (Rabindranath Tagore)
No hay nada más interesante que la conversación de dos amantes en un profundo silencio. (Achille Tournier)
El amor es una flor de primavera entre dos personas que se desarrolla en verano y no se marchita en invierno. (Proverbio turco)
La raiz de todas la pasiones es el amor. De él nace la tristeza, el gozo, la alegria y la desesperación. (Lope de Vega)

jueves, febrero 08, 2007

Noticia Literaria

El autor de YoEscribo.com Daniel González Porcar publica su novela Mi mejor amigo.

Daniel González Porcar, autor de YoEscribo.com, publicará su novela Mi mejor amigo en el próximo mes de marzo con el editor Ariel Rivadeneira y Grafein Ediciones.
Mi mejor amigo narra la historia de Joel, un niño de diez años, con una difícil infancia marcada por la agresividad de su padre que superará gracias a la relación con sus abuelos. El pequeño conseguirá desentrañar, a través de una carta hallada casualmente, una bella historia de amor entre Cecilia, una amiga de los abuelos y Ernesto, su tío abuelo. Daniel González Porcar nació en 1978 en Barcelona y su paso por la literatura se resume en una dúctil afición por ella. La lectura y la escritura son su cobijo, es algo que le conmueve y alegra, por lo que intenta disfrutar con ella. González Porcar es un prolífico autor que conrea varios géneros literarios, sobretodo relatos pero también cuentos infantiles, novela negra y poesías. Ha publicado en Internet casi todas sus obras, entre las que destacamos: Feliz Navidad, Recuerdos y Sensaciones.
Noticia literaria

viernes, febrero 02, 2007

El camino de la Luna

La noche era fría.
La suave brisa mecía su melena al compás de las finas olas. Contemplaba el camino de la Luna en el oscuro océano. Intentaba no pensar en nada, necesitaba dejar su mente en blanco. Había sido un día muy duro, necesitaba un respiro.
El frío era intenso. Acurrucó sus piernas contra su pecho descansando en sus rodillas el mentón pronunciado de su tosca cara. Se sentía sola, muy sola. Ese vacío era su mejor amigo, su fiel compañero. No había conocido nadie más sincero, más hostil y sobretodo más fiel; que su silencio, su soledad.
El orfanato había sido su padre en su niñez y la iglesia su madre en la adolescencia. Su mejor amigo, “tito” el galán periquito de verde esperanza. Un buen día descansó en su jaula y su confesor desapareció. Desde entonces no tenía desahogo al llegar a casa.
En su madurez su vida se tornó monótona, se encerró en su mundo, se volvió insegura. No faltaban razones para su degradada personalidad. Su autoestima calló en lo más profundo, los abusos del orfanato rompieron su fragilidad.
La iglesia fue su refugio, y el señor su humilde buen estar. En el transcurso de su instancia, sus rezos la fortalecieron, sus plegarias la inmortalizaron. Recuperó el brillo en los ojos, su sonrisa retornó más dulce; más repetitiva. Se sentía a gusto en su clausura, sumida en su silencio.
En esos años tuvo la oportunidad de investigar por su pasado y divagar entre sus parientes; necesitaba saber su providencia, ella era la herencia de alguien que no conocía. Sus atuendos le facilitaron el camino más oscuro del orfanato. Abrió las puertas de la contienda más encubierta de sus archivos. Su buena conducta y su implicación en el convento, la llevaron a iniciar una repesca de adolescentes en su orfanato. Eso le facilitó aún más su objetivo.
Antonio sufría del corazón, su azúcar estaba por las nubes y su hígado muy lacerado por el alcohol. La mascarilla de oxigeno lo ayudaba a descansar; reposaba su cabeza en una mullida almohada blanca en lo alto de una cama de hospital. Se encontraba en la enfermería de la prisión Granua. Habían pasado tres semanas de su ingreso.
Aquella mañana hacía más calor de lo normal en la habitación pero, eso no fue lo que le despertó. Abrió los ojos desesperadamente, le faltaba el aire. La cara de una mujer lo miraba fijamente, la mascarilla estaba en su poder.
-Madre... por favor –suplicó Antonio a media voz. La hermana posó dulcemente de nuevo la mascarilla en su boca.
-Buenos días hijo, me alegra volver a verte.
Antonio la miró petrificado, no entendía nada. Una monja había venido a verlo, además una monja guapa pero, con mala leche. Menudo despertar. Exhaló el aire ferozmente durante unos segundos hasta que recobró la normalidad en sus constantes vitales. Ya más calmado la observó fijamente; había algo en aquellos verdes ojos, algo que le resultaba familiar. Alargó su mano derecha para apartarse la mascarilla, la monja frunció el ceño y se lo impidió dejando entrever a su vez la jeringuilla que escondía. La pasó por delante de sus ojos y Antonio pudo el blanquecido líquido brumoso.
Se levantó de la húmeda arena, se desprendió de su atuendo negro y dejó sobre su ropa la foto que poseía en su pecho. Era la foto de una mujer de facciones muy marcadas y unos ojos de un verde intenso. La foto del archivo.
Semidesnuda comenzó a caminar por la arena; cuando llegó a la orilla se paró un instante. El agua mojó sus pies y la hizo estremecerse por un momento. Su vista perpleja en el camino blanco la hizo musitar.
-Madre descansa en paz... he vengado tu muerte.
Cuando parecía que iba a dar media vuelta, se afianzó aún más y a paso ligero siguió el camino de la Luna que se adentraba en el mar. Su cuerpo erguido y realzando su personalidad en toda su dulzura, siguió decidida mientras desaparecía en el reflejo de su Luna.
-Te quiero, perdóname hija.
Su padre la había reconocido, no podría vivir con esas palabras; ya era demasiado tarde la jeringuilla estaba vacía.